<< Feliz
Navidad, laralaralala, Feliz Navidad, laralaralala, y aquí estoy poniendo las
luces y los adornos navideños, este año voy con retraso es 22 de Diciembre, y
todo por alquilar el árbol de Navidad, por devolverlo sano pasadas las fiestas,
Feliz Navidad, laralaralala, aquí viene la estrella, este año no he puesto el
belén, me estaré americanizando, en los primeros momentos del año tienen por
costumbre besarse, una buena costumbre ésta de los americanos, no todo iban a
ser guerras …., ha sonado la campanilla avisadora, alguien está entrando, es un
encorbatado con lo que parece un ordenador portátil, se sienta a la mesa del
fondo y saca algo, en efecto es un portátil, no ha dado ni los buenos días, no
ha pedido nada, así deben estar los escritores cuando están escribiendo un
libro, totalmente obsesionados, voy a acercarme para ofrecerle algo y de paso
curiosearé en la pantalla de su ordenador, Feliz Navidad laralaralala >>
– ¿Puedo ofrecerle algo?
– Sí, un cortado por favor.
<< ¡Hum!, ha
ocultado la pantalla del ordenador, no ha querido que la viese, eso quiere
decir que está escribiendo sobre mi bar, voy a servirle el mejor cortado que
haya tomado en su vida, así hablará bien de mi establecimiento en su libro,
Feliz Navidad, laralaralala.>>
<< Se ha dado
cuenta de que pretendo escribir sobre su local, es listo el cafetero, ¿pero que
hace entreteniéndose con las luces navideñas antes de traerme el cortado?,
acaso no sabe que puedo hablar mal de su local, ahora parece haberse dado
cuenta de mi irritación, aquí viene con el cortado, lo sirve y se aleja, ni una
pregunta sobre mi trabajo, sobre lo que hay en mi ordenador, sobre lo que hay
en mi cabeza, ¡hum!, el cortado está buenísimo, como que es el mejor que he
probado nunca.>>
<< Como saborea
el cortado, le ha gustado, suena la campanilla, tenemos visita, ¡oh, no!, es
Julián el mendigo que suele pedir en la puerta del convento, eso a mis ojos le
convierte en un infeliz, ¡puag!, su olor le precede, el muy cabezón no quiere
pasarse por el local social para ducharse y recoger ropa nueva, hará más de un
año que no se ducha>>
– Julián, venga, tómese un vino gratis y
márchese de aquí.
– ¡No, Julián, quédese!, deseo hablar
con usted. Pida lo que quiera, yo le invito.
– Pues ya has oído a tu cliente
encorbatado, vas a tener que aguantarme, pienso pedir que me hagas esos
garbanzos con callos de los que tanto presumes, pienso quedarme a comer aquí.
<< Por ahora
sólo le sirvo el vino, se lo bebe de un trago y me sonríe con su desastrosa
dentadura, esa es su forma de pedir la botella entera, pues voy a servirle mi
mejor vino, ¡que lo pague el encorbatado! El encorbatado quiere que se quede porque
así puede escribir sobre él, maldita sea tendré que portarme bien con el
maloliente Julián sino yo seré el malo en su novela, ¡vah!, voy seguir con las
luces, Feliz Navidad, laralaralala, Feliz Navidad, laralaralala.>>
<< Ha
renunciado a su derecho de admisión, ha permitido que el indigente permaneciese
en el bar, ¡no quiere ser el malo en mi novela!, allí está canturreando algo
navideño, luego tendrá que cocinar esos callos, creo que me apuntaré a esa
comida.>>
<< ¿Por qué
demonios me habrá invitado el encorbatado?, a lo peor quiere mis órganos, mis
riñones, a lo mejor es espíritu navideño, ese en el que unos creen y otros
creen que es para engañar incautos, la vida a mi me ha apuntado a la segunda
opción, es para engañar incautos. No, no creo que ansíe mis órganos, el
encorbatado, está escribiendo en su ordenador, tal vez lo que quiera sea mi
historia, ¡pues se la voy a regalar! >>
<< ¡Hum!, se
han sentado los dos a la misma mesa, seguro que le está sacando todo para luego
escribir sobre él, quizá gane un premio literario a su costa, quizá Julián sólo
le cuente mentiras, ya está, se acabo de poner luces por este año, Feliz
Navidad, laralaralala ...>>
<< Increíble su
historia, increíble lo que me ha contado, si lo estiro, si lo desarrollo da
para el argumento de una buena novela, pues no me ha dicho que fue “madero”,
que tenía problemas con su mujer, que su última misión era vigilar la entrada y
salida de un piso donde unos traficantes se habían establecido, que vigilaba
esa entrada disfrazado de mendigo, pidiendo dinero a unos metros de la puerta,
pues no me ha contado que empezó a desaliñarse para representar su papel, que
el mendigo le absorbía, en casa no tenía palabras para su mujer, todo eran
largos y duros silencios, que su mujer le abandonó y él dejó la policía y se
convirtió de verdad en un mendigo, y desde entonces hasta hoy. Quiero escribir
una novela sobre Julián, sí. Pero también voy a hacer todo lo que pueda para
integrarle en la sociedad, y para ello voy a contar con la ayuda del cafetero,
quizás en mi novela el cafetero sea quien acaba con el mendigo y recupera a
Julián como ciudadano.>>
<< Quiere
convertirme en el bueno de su novela, vaya vida la de Julián, el bueno de su
novela debe serlo él, ¡Julián!, ya le he dicho que he decidido que no quiero
salir en su libro, que tampoco quiero que mi bar salga en él, que le ponga otro
nombre, que lo sitúe en otra calle, en otra ciudad. Bueno, voy a hacer esos
callos y luego nos sentaremos los tres a comer, Julián vuelve a sonreír, quiere
otra botella, está borracho, lo que voy a servirle es un café. A ver como
integramos a éste en la sociedad, si no quiere ducharse ni cambiarse de ropa,
sólo quiere calimocho para emborracharse.>>
<< Pero que se
habrá creído, pues no me ha servido un café, sabía perfectamente que lo que yo
quería era vino, ¿quiere mantenerme sobrio o es que es un tacaño y no quiere
gastar su vino conmigo?, pero si el escritor lo va a pagar todo, claro que por
otro lado la historia que le he contado algún valor debe tener. Esta pareja de
escritor y cafetero quieren recuperarme para la sociedad los veo venir, ¡pues
Julián se lo va a poner difícil!, Julián no es un trastornado, Julián está
cuerdo, fue Julián quien decidió ser un mendigo, avivados por estas fechas
donde “todos somos mejores” quieren ayudarme a volver a esa sociedad que yo
decidí dejar, alentados por su espíritu navideño quieren ayudarme, yo no creo
en el espíritu navideño, es para engañar incautos, no lograrán recuperarme para
esa sociedad, su espíritu es un engaña chiflas.>>
<< Aquí viene
el cafetero con la sopera humeante, no sé cómo se llama, me dice que Pedro,
ahora querrá saber mi nombre. No, que tiene la desfachatez de no
preguntármelo.>>
<< ¡Yo sé como
se llama el encorbatado!, ahora lo recuerdo, antes siempre pasaba por delante
de esa librería, allí estaba su último libro cuyo título no recuerdo, pero sí
recuerdo su nombre, ¡Fabián!>>
<< Pues si que
les gustan mis callos, parece que no hablen para no perder bocado. Voy a ir por
otra botella de vino, pienso emborrachar a Julián, pienso mirar dentro de él,
en su parte vulnerable, sólo así seremos capaces de convencerle para que vuelva
a integrarse.>>
<< Este
silencio es oneroso, es pesado, es insoportable, Pedro va por otra botella de
vino, Julián me mira cabeceando, asintiendo algo, parece estar pensando que me
reconoce. Habrá visto mi imagen en el escaparate de alguna librería, sin
embargo estoy seguro de que sigue sin importarle que yo venda muchos libros a
costa de narrar su vida, ¿acaso no sería el primer paso para integrarle darle
un cincuenta por ciento del dinero que yo obtenga con las ventas? Pues si que
tarda esa botella. Me disculparé, me iré a trabajar con el ordenador, seguro
que lo entienden, saben que soy escritor y tengo que escribir cuando de mi
inconsciente brotan palabras, ideas, frases. Julián, amigo de sus amigos, entre
cañas, después de su trabajo, recibe las bromas del más cabrón de ellos. Vas a
tener que dejar de ducharte para hacer creíble que seas un mendigo. Lo haré.
Las risas estallan, las palmadas en la espalda le animan, todos quisieran estar
en su lugar, vigilar a esos mafiosos a la puerta del piso que han alquilado
disfrazados de mendigo. Todo el buen rollo que hay entre sus compañeros no lo
hay en su casa, su mujer y él cada día se distancian más. Te importa más tu
trabajo que tu mujer. Y Julián dolorosamente tiene que reconocerlo. Ambos
deciden darse otra oportunidad. El mendigo llega en el peor momento, el mendigo
absorbe a Julián, Julián descuida su higiene, viste ropa sucia. El mendigo tira
para un lado su mujer hacia otro. En casa los silencios son comunes, las
miradas esquivas, el mendigo ha echado por tierra la segunda oportunidad que se
han dado. Y un día cuando Julián vuelve a casa la encuentra vacía. Maldito
mendigo, malditos traficantes. Se ducha mientras llora, luego se pone ropa
limpia. No tiene ni idea de dónde ha ido su mujer, mañana por la mañana le
espera el trabajo, vuelca un contenedor de basura y se revuelca en su
contenido, otra vez a la entrada de ese piso franco, otra vez sucio, el dolor
le oprime el pecho, la ambulancia se lo lleva al hospital, Julián abandona su
trabajo por depresión. Y desde entonces hasta ahora ha sido un mendigo
ejemplar, su dentadura se ha destruido con los años, por el contrario su mente
ha seguido lucida, él sabe lo que es, como lo es, y porque lo es. Es el mendigo
más conocido de la ciudad, y lo sentimos por sus fans (las monjas del convento
de San Ambrosio), pero va a dejar de serlo. Vamos a ahuyentar al mendigo de la
mente de Julián, voy a escribir un libro sobre su vida, el cincuenta por ciento
de mis beneficios será para él.
¡Hum!, lo mejoraré y
lo llevaré en persona a Tribuna. José, su director, me ha ofrecido otras veces
escribir una columna para el periódico y yo la he rechazado, ha llegado la hora
de escribir para el periódico. Ha llegado la hora de rescatar a Julián. Dudo
que acepten estás malas letras en el periódico pero lo intentaré, lo intentaré
por Julián. Pedro ha vuelto a la mesa con la botella de vino, pretende
emborracharle, debo impedirlo, borracho no podrá leer las malas letras que voy
a intentar se publiquen en el periódico, quiero que Julián las lea antes. Vaya
no hace falta llamarle se acerca tambaleándose con la copa llena en la mano.
Pues no me dice el tío cabreado que tiene derecho a leer lo que escribo.
Adelante lee.>>
<< Tengo que
contenerme, no pueden ver lágrimas en mis ojos, no lloré cuando me dejó mi
mujer y no voy a llorar ahora, pues no quiere publicar eso en ese periódico,
pues no quiere darme la mitad de sus ganancias, enciende un cigarrillo como si
nada, como si lo que aquí pone no diera un vuelco a mi vida, y el otro me mira
y me saluda con la copa, me voy es lo mejor, cruzaré esa puerta para no volver
a entrar nunca más, ¡es el mendigo el que gana!>>
<< Pedro le
sigue con la mirada, hace un amago de cortarle el paso, me mira y le deja ir,
yo sé donde va, y sé que volverá, ¡hum!, hasta entonces echaré una partida de
ajedrez con el ordenador, Pedro está quitando la mesa y yo no he comido, ¡hum!,
pretende hacerme el jaque pastor, pediré un bocadillo, anda se ha adelantado a
mis deseos, ahí me trae uno de calamares, ¡quiere cambiar la reina!, pues no.
Ahí está, sabía que volvería, Pedro le mira con la boca abierta para luego
mirarme a mí, se ha duchado, se ha mudado de ropa y trae con él dos paquetes,
¡dos regalos!, uno para Pedro y otro para mí, es un libro, Grandes Esperanzas
de Dickens, Pedro me muestra su regalo, un disco. Ahora Julián reclama nuestra
atención, se sube a la mesa, y dice Feliz Navidad.>> Feliz Navidad.
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