martes, 27 de enero de 2015

FOTO EN BLANCO Y NEGRO II



Es la cartera del sobrino del cura, aquí en el pueblo todos le conocemos como el sobrino del cura, aunque en realidad sea sobrino- nieto. La ha perdido en el medio de la calle, a estas horas estará buscándola, buscando la foto de la chica que lleva dentro, es una foto vieja, en blanco y negro, agrietada, pero se puede reconocer en ella a una mujer atractiva, me da por pensar que se trata de una foto de Ana, Ana fue famosa en los años treinta, durante la guerra civil, los viejos cuentan historias de ella, cuentan que se acostaba a la vez con Julián, un capitán franquista, y con Adelmo, un coronel republicano, también cuentan que más de la mitad del dinero que les sacaba se lo daba al cura a mosen Marcos para que lo invirtiera en sus obras de caridad.
Hija mía he gastado todo el dinero del que disponía en tus medicamentos, no tengo nada para llevar queso y longaniza, leche y aceite, harina y vino, a los hijos de Amancio y Ruperto, como sabes nadie quiere contratar a Amancio y Ruperto como pastores, por muy buenos pastores que sean, por que se han adscrito a la CNT, por que Amancio levantó el garrote contra su antiguo patrón, por que Ruperto se quedó con un cordero por que no tenía nada para comer.
Un cabo y cuatro soldados del ejercito republicano conocen las costumbres de Mosen Marcos, saben que ahora le encontrarán en la ermita rezando ante la imagen de la virgen del Rosario, completamente solo,
Mosen Marcos está rezando contra sus remordimientos, ¿habrá que esperar a que Ana se acueste con Julián o Adelmo para que le de la mitad de lo que saque, para tener dinero y dar de comer a los pobres y medicamentos a los enfermos?, mosen Marcos se retuerce las manos como se retuerce su conciencia,
el cabo del pelotón republicano golpea a mosen Marcos y con la culata de su fusil le rompe la nariz, los cuatro soldados le sacan arrastras, cogido por los sobacos. Ven con nosotros montón de mierda, verás lo que hacemos con tu Dios y su caridad, no queremos la caridad de los de tu clase, con ella nos sometéis, si quieres ayudar a un hambriento no le des un pez, enséñale a pescar.
Nada más enterarme de la detención he venido mosen, me ha faltado tiempo. Ana mira hacia los lados, se asegura de que el carcelero no le oye. He estado con Julián, me ha dicho que esta noche van a asaltar la cárcel para liberarlo.
Hija mía por que me dices esto, ¿que has tenido que hacerle para que te haga esa confesión?, sería mejor que no me hubieses dicho nada.
Ana recoge el vestido que le llega hasta los tobillos, por primera vez se enfrenta al cura, pero solo con la mirada y con un escupitajo en el suelo, luego se va.
¡Hija mía, hija mía!, tú eres una victima, tú eres una victima más de esta sinrazón, de esta guerra fratricida, perdona si te he abandonado, perdona si te he empujado a creer solo en ese Dios tuyo, ese Dios personal, vuelve hija mía, vuelve y si es sin dinero mucho mejor. Cuando se enteren de que me has escupido te maldecirán, toda su ira caerá sobre ti, aquellos a los que proporcionabas medicamentos te repudiaran, aquellos a los que dabas de comer te despellejarán con su lengua, aquellos que no han logrado acostarse contigo te tirarán piedras, y aquellos con los que te acuestas,
Ponte las medias, ponte las medias solo para mí, dime que soy el único, que ese fascista no representa nada para ti. La coge por el pelo, le echa atrás la cabeza. ¡Vamos dime que no sabías nada de que iban a liberar a tu curato! Esta noche los fascistas han asaltado la cárcel. Y han liberado a tu mosen Marcos.
Entre lágrimas Ana dice a Adelmo que no sabía nada de la liberación del cura, que cuando fue a verle le escupió. Y Adelmo la cree.
Padre, ¿sabe lo que se cuenta por el pueblo?, ese protegido suyo, ese Ruperto, ha cogido a Ana por detrás en los porches del ayuntamiento, cuentan que se han oído los gritos en todas las casas vecinas, algunos incluso dicen que ella gemía pidiendo más.
Julián sabes que eso es falso. Ni Ana ni Ruperto son así.
Que Ana no es así, estoy de acuerdo.
Mosen Marcos camina en silencio entre los soldados, cuando Ruperto robo el cordero fue él el que porfió ante el patrón, el que le defendió, el que no creyó que fuese un ladrón. Días después Ruperto fue a confesarse, había robado el cordero, mosen Marcos recuerda como enfureció, recuerda como pensó que la confesión había sido solo una apuesta entre amigotes. Recuerda como se lo tragó todo y como jamás se lo echó en cara a Ruperto, como asistió a su mujer e hijos, como le asistió a él. Pero esto era demasiado, una rabia atenazaba sus mandíbulas.
Ese pájaro no merece más que un paseo, ya sé que usted es contrario a esta practica, que nos considera asesinos,
Miro la foto, algunos viejos dicen que lo del Ruperto nunca fue, que fue un rumor que se inventaron los fascistas para darle el paseo que le dieron, otros dicen que el Ruperto tenía muy poco talento, y mucho rencor hacia Ana, que no podía soportar que una puta diese de comer a sus hijos. Miro la foto, miro a Ana, cuando acabo la guerra, Adelmo hecho prisionero, Julián quiso que Mosen Marcos los casara, pero ella siempre libre prefirió morir de una neumonía.
Mosen Marcos y Julián fueron los únicos que acompañaron el ataúd hasta el cementerio, en el cementerio, entre los que han cavado la tumba está Amancio, Amancio escupe sobre el ataúd, Julián saca su pistola y dispara, momentos antes del disparo mosen Marcos se lanza contra el brazo del capitán, la bala hiere a Amancio en el hombro, mosen Marcos evita más disparos, mete la pistola en la pistolera de su dueño.
Permanecerás ahí, sangrando, hasta que hayamos dado tierra a Ana, y solo entonces te llevaremos al pueblo, herido, así que rasga tu camisa y tapónate bien la herida, no, no le ayudéis nadie, que lo haga él.
Aullará cuando le saquen la bala, blasfemará, se acordará de la madre de Mosen Marcos, pero lo más doloroso para el mosen lo dirá una vez vendado y curado: Mosen donde está su humanidad, su otra mejilla su perdón, confiese que deseó con toda su alma el paseo que le dieron a Ruperto, confiese que usted mismo hubiese apretado el gatillo, ¡que le hubiese dicho rojo cabrón muere y ves al infierno!
Mosen Marcos …