CUENTO DE NAVIDAD III
Celedonio
El espíritu Navideño
es una historieta para engañar incautos, todos sabemos que todo lo hace la
pasta. Jesucristo echando a patadas a los mercaderes del templo, si levantara
la cabeza, estoy comiéndome el tarro, dándole vueltas a la cabeza, ¿pero adonde
nos conduce este mundo? Hoy saldré antes del trabajo, hoy saldré antes del bar,
tengo que ir a comprar los juguetes para los críos, en la tienda de la
carretera de Valencia están más baratos. ¡Vaya!, con la iglesia hemos topado,
acaba de entrar un cura de los de antes con su sotana y todo. Llevaba idea de
cerrar, pero como voy a echarle. (Celedonio no es un personaje singular,
cree en Dios y no en el demonio, cree en el Atleti y en Podemos, regenta El
Status Quo, un bar al que se le puede calificar de tasca, Celedonio no es de
las personas que tienen letra menuda, se puede decir de él que tiene el corazón
noble, aunque se enerve cuando el Madrid le gana al Atleti)
Mosen Alberto
Se va acercando la
Navidad y este nuevo tasquero todavía no ha puesto el árbol ni las luces, ni el
nacimiento, Para Carlos, el antiguo dueño del bar estás fechas eran las
mejores, las más felices, todavía me parece ver en esa esquina el Belén, en
figuras de medio metro. Mira su reloj, está impaciente, quiere irse, y ¿si no
me muevo de aquí será capaz de echarme?, ya nadie celebra la Navidad como
antes, cada vez son menos los que pasan a besar al niño, ¿pero adonde nos
conduce este mundo?, sigue mirando su reloj, será mejor que me vaya a dar misa,
ahora soy yo el que miro el reloj, la misa de las diez. (Mosen Alberto carga
contra el mundo moderno y toda su mierda desde el púlpito de la iglesia de S.
Martín, Mosen Alberto lleva en la parroquia desde los veintiséis años, conoce a
las señoras mayores, y también a los bebes que bautiza, a todos los
“medianeros”, como él llama a todos los que quedan por el medio, no los conoce,
bajo esa sotana reluciente de mierda, bajo ese comando de la cruz que lucha
contra el demonio, así le gusta pensar a él en su labor, se esconde un hombre
afectuoso.)
Celedonio
¡Cómo!, todavía no
puedo cerrar, acaba de entrar una meretriz, ha inundado el bar con su perfume,
no sabe andar con tacones, hace poco que ejerce, mira extrañada, ya sé lo que
ve, mejor dicho lo que no ve, los adornos navideños. Acaba de irse el cura y ha
entrado ella buscando un Jesusito en una cuna, buscando tres reyes magos, quizá
un árbol de Navidad, había oído por ahí que las que se dedican a su trabajo son
religiosas, esto parece confirmármelo, creen en un Dios personal, no necesitan
intermediarios, no necesitan de Mosenes Albertos. ( Celedonio no piensa en
echar del bar a la lumi, como reconoce con un pinchazo de dolor, había pensado
en echar del bar al cura de la sotana, se sorprende a él mismo simpatizando más
con la lumi que con el cura, esperará hasta que ella decida irse, no la forzará
a ello con malas caras ni malos gestos.)
Casandra
Será de esos a los
que las Lumis les damos asco, no me mira a la cara mira mi reflejo en el
espejo, detrás de los licores, mi cara le parece un cuadro, aun no he aprendido
a pintarme, aun no he aprendido a andar con estos tacones, para él soy una
meretriz asquerosa, no sabe que todavía no he tenido mi primer cliente, el
primero tendría que ser un amigo, alguien de confianza, para que la primera
experiencia no me traumatizara. (Casandra es tan buena persona como rebelde,
espera aprender a andar con tacones en una semana, no va a pedir a nadie que le
enseñe a pintarse, está equivocada, piensa que su desgracia es para toda la
vida, no ha hecho ningún plan de futuro, ella se ha denunciado y se ha
condenado a ella misma, piensa en Celedonio, en su semblante ahora amable,
piensa en él como en su primer cliente.)
Celedonio
Es una chica joven,
dieciocho años Dios mío, dieciocho años y ya no tiene otra salida que la calle,
detrás de ella tiene que haber toda una historia, toda una tragedia, si ni
siquiera sabe pintarse y andar con esos tacones, estoy seguro de que aun no ha
tenido ningún cliente. ¡La que se puede montar aquí!, acaba de entrar mosen
Alberto. Ella se va. Mosen Alberto me mira. Yo me callo, no le digo: la que se
acaba de ir no es un demonio, es un ángel. (Celedonio piensa, otra vez el cura
por aquí, otra vez no puedo cerrar el bar, a Mosen Alberto no le pone cara
amable, a Mosen Alberto piensa en decirle que tiene que cerrar.)
Mosen Alberto
Parezco parapetado
detrás de este cortado, el demonio anda suelto esta mañana por la ciudad, y yo
he de plantarle cara, al demonio le gusta este bar, en el que no hay ni rastro
del niño Jesús, ni de árbol, ni de muérdago siquiera, ni de Reyes ni de Papa
Noel, ni de luces de colores ni de nada, vuelta a mirar su reloj, ¿qué será lo
que tendrá que hacer?, quizá ir a un hotel con la que acaba de salir. (Mosen
Alberto acaba su misa ha vuelto al Status Quo, su sotana no está reñida
con las nuevas tecnologías, no está reñida con internet, en su sacristía, en su
ordenador portátil, ha buscado Status Quo y ha descubierto que es un grupo de
rock. Mosen Alberto es un hacker que busca y destruye páginas satánicas por
internet.)
Celedonio
Tendré que dejarle
claro a este que si tengo prisa es para comprar los juguetes a mis niños, que
yo no creo en el espíritu Navideño pero no por eso voy a fastidiárselo a ellos,
cuando crezcan ya se darán cuenta ellos mismos, tendré que dejarle claro que no
voy tras ella, que no voy a costarme con ella. Ahí está parapetado detrás de su
cortado, no me había fijado bien en él hasta ahora, la sotana le reluce de
mierda, y un tufillo llega has mi nariz, la lumi olía bien, ahora quiere
presentarse, quiere conocer mi nombre, y darme a conocer el suyo, yo quiero
conocer el de la chica, ¿volverá algún día para decírmelo? Se llama Alberto, y
en efecto el tufillo proviene de él. Mi nombre es Celedonio, soy el dueño del
bar, esa chica es la primera vez que pasa por aquí, no creo que ella sea un
demonio sino un ángel, ¿me equivoco mosen? Que no es un demonio, de acuerdo,
pero tampoco es para que sea un ángel, me dice. ¡Ah!, y no me he acostado con
ella, si quiere saber la verdad creo que todavía no ha tenido ningún cliente,
quizá hubiese salido detrás de ella para evitar lo inevitable si usted no
hubiese entrado en ese momento. ¡¿Pues no me propone que cierre el bar y
vayamos los dos a buscarla?! ¡Que el demonio anda suelto esta mañana! Bueno
pero hemos de sacar una hora para ir a la tienda de juguetes. ¡¿Que como puedo
pensar en los juguetes en un momento trascendental como este, cuando el diablo
espera enfrentarnos cara a cara. He de decirle que la idea del diablo está
desechada, que muchos creemos en Dios pero no creemos en el diablo, en el mundo
moderno todos volvemos los ojos hacia Dios cuando nos interesa y cuando no,
¡no! (Aquí Celedonio piensa haberle puesto las cosas claras a Mosen Alberto, en
el Status Quo no se esconde ningún demonio como parece pensar él, no hay
demonio ni en el Status Quo ni en ningún otro lado, pero le acompañará a buscar
a la lumi.)
Mosen Alberto
A eso se le puede dar
la vuelta hijo mío, los curas somos los médicos del alma y vosotros volvéis los
ojos hacia Dios y hacia nosotros cuando tenéis alguna enfermedad espiritual y
sufrís por ello, por ejemplo la pérdida de un ser querido. ¡¿Que soy un neo
positivista?! Bueno hay que enfrentar la vida cada mañana con alegría. (Mosen
Alberto saca del Status Quo a Celedonio, juntos van a comprar los juguetes de
los hijos del tasquero a la tienda que hay en la carretera de Valencia, es
Mosen Alberto quien compra todo lo necesario para vestir de Navidad el Status
Quo, es Mosen Alberto quien se ofrece a conducir el Volvo de Celedonio, es
Mosen Alberto quien lo conduce de forma deportiva, el tasquero va de sorpresa
en sorpresa.)
Casandra
La puerta está
cerrada, solo son las once de la mañana y ese bruto detrás de mí, si me
encuentra me pegará por negarme, es de los malos, pero ¿qué es esto?, un cura
con sotana corriendo hacia mí, querrá castigarme, querrá que me ponga un
cilicio, voy a quitarme los tacones y a echar a correr. ¡No!, me grita el
camarero del bar, no queremos hacerte daño. Me dice que Mosen Alberto ha
comprado luces y adornos navideños, un árbol y un nacimiento. Me dice que
quiere que les ayude a poner los adornos y las luces, los reyes y el cagane. ¿Qué
es esto?, estoy llorando, voy a estropear el maquillaje, sí, en mi corazón, en
un rincón, estaba mi espíritu navideño. (A Casandra la persigue un cliente al
que ella se ha negado. Poco a poco confía en el camarero del bar, buscará en el
bar seguridad, pero junto con su espíritu navideño persistirá el miedo.)
Celedonio
Dime tu nombre y te
haré reina de un jardín de rosas, ¿conoces la canción?, no, no la conoces. Al
menos se ha detenido, se acerca, ¿se atreverá a entrar?, en el oficio que ha
escogido va a tener que tratar con muchos “malos”, sin duda piensa que soy un
malo, un animal, que por eso no he adornado mi bar con motivos navideños, he de
decirle que solo quiero saber su nombre, y que me ayude a montar el belén, se
acerca temerosa, vuelve a ponerse sus tacones y entra en el bar. Entro tras
ella y cierro la puerta. (Celedonio le entra con una canción de Duncan Dhu, la
que le cantara a su mujer, pero Celedonio no quiere ligar con ella, solo
quiere saber su nombre, solo quiere ayudarla aunque no sabe cómo, no sabe por dónde
empezar, ella se ha vuelto a poner los tacones, en el bar entra la lumi y no la
chica con un nombre, no ha sabido obtener su nombre.)
Casandra
Cierra la puerta, van
abusar de mí, ¡gritaré!, ¡alguien me oirá!, ¡la comisaría está a dos calles!,
¡alguien correrá a avisar a la policía!, pero no, abre la puerta para
tranquilizarme, la deja abierta para que salga corriendo cuando lo necesite, ha
adivinado mis pensamientos, parece decirme, ¿y bien? He de decirle que mi
nombre es Casandra, que soy una lumi ya lo sabe, el cura me mira con ojos
brillantes, sospechosos, parece que quiera cogerme por la cintura y achucharme,
pero se limita a pedirme que le acerque la escalera, el árbol mide dos metros,
las luces son como las de casa de mis padres antes de que murieran, antes de
que el banco me quitara la casa. Casandra tráeme esto, Casandra tráeme lo otro,
me recuerda a mi padre, ¿me pregunto por que estos dos querrán sacarme de la
calle?, ¿por qué es eso lo que quieren, no, Casandra? La verdad es que por la
puerta está entrando un frio de Siberia, solo falta que se eche a nevar, y ya
tienes tu estampa navideña, Casandra. Cerraré la puerta, ¿cómo me ha dicho que
se llama?, Celedonio, vaya un nombre más raro. (Casandra ha transformado su
miedo en alegría, Mosen Alberto le ha recordado a su padre, ha dado su nombre a
Celedonio, ha sido ella misma quien ha cerrado la puerta en señal de confianza,
la confianza que Mosen Alberto le ha dado.)
Celedonio
Ahí están los dos
mano a mano, Mosen Alberto “echando al demonio de mi local”, sí, me lo tomo a
risa pero ahí está Casandra trayendo la Navidad a mi bar, han
hecho buenas migas, hablan, ríen, es Casandra la que quiere poner la estrella.
Yo no creo en el espíritu Navideño, las Navidades felices las hace el dinero,
parece decirme Mosen Alberto que donde hay amor no hace falta buey bien cebado.
Yo no creo en el espíritu navideño pero voy a hacer todo lo posible para que
mis hijos celebren la Navidad, sí, mi Navidad son ellos. Y ahí están los dos
¡felices!, poniendo ahora el belén, es Mosen Alberto el que quiere poner el
cagane, ahora me mira, parece decirme que piense un poco en mí como pienso en
mis hijos. Y yo lo que pienso es invitarles a cenar esta noche a mi casa, que
es Nochebuena. Se alejan del belén, van a ponerse al lado de la traga perras,
hablan cuando no me miran, estos dos están conchabados para devolverme mi
espíritu Navideño. Bueno dejaré que lo intenten, Y SABES QUE, CELEDONIO, ESTOY
DESEANDO QUE LO CONSIGAN. (Es Celedonio quien anuncia a Celedonio la próxima
llegada de su espíritu Navideño, es Celedonio quien imagina a su mesa esta
noche a la lumi y al cura, y es Celedonio quien se preocupa por la reacción de
su mujer cuando llegue a casa con una lumi y un sacerdote. Es Celedonio el que
no sabe que será su mujer quien le inste a que contrate a Casandra como
camarera en el Status Quo, es Celedonio el que no sabe que acostados los niños,
Casandra y su mujer se retirarán a un rincón a emborracharse y confesarse, y
desde el con las copas hacia nosotros, los ojos brillantes, la sonrisa puesta,
nos desearán una FELIZ NAVIDAD.)
FELIZ NAVIDAD
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